NUEVA CLASE DE MEDITACIÓN MENSUAL
TEXTO : “YOGA SUTRAS DE PATANJALI”
La mente es, en cierto modo, como un disco. Contiene surcos o impresiones, samkaras en sánscrito. Estos samkaras se forman cuando determinados pensamientos o vrittis, se hacen habituales.
Todo el mundo quiere ser feliz, pero muy pocos encuentran la felicidad.
El problema es que consideramos que las cosas tienen, en sí mismo, la capacidad de satisfacernos; que ellas son la causa de la felicidad. Pero no pueden serlo porque, sencillamente, no son duraderas. Todo lo que existe, debido a su propia naturaleza, cambia constantemente y, tarde o temprano, desaparece; nuestro cuerpo, los amigos, todas nuestras pertenencias y nuestro entorno. Depender de las cosas impermanentes y aferrarse a una felicidad ilusoria sólo lleva a la desilusión y a la tristeza, no a la satisfacción y al contento.
Experimentamos felicidad con las cosas externas pero no nos satisface plenamente ni nos libera de nuestros problemas. Esta felicidad es de poca calidad y efímera, y no nos podemos fiar de ella. Esto no quiere decir que debamos dejar a nuestros amigos y renunciar a nuestras posesiones para ser felices. Lo que debemos dejar son nuestras ideas equivocadas sobre ellos y nuestras expectaciones irrazonables sobre lo que nos pueden proporcionar.
La mente cambia momento a momento. Es un proceso continuo que no tiene principio, como un torrente sin fin. El momento de mente previo dio lugar al momento de mente actual, éste dará lugar al siguiente y así sucesivamente. La mente es el nombre genérico con el que se designan todas nuestras experiencias conscientes e inconscientes.
Cada uno de nosotros es el centro de un mundo de pensamientos, percepciones, sensaciones, memorias y sueños; todos estos son la mente.
La mente no es algo físico que tiene pensamientos y sensaciones; la mente es esas mismas experiencias.
La mente puede compararse a un océano y a los acontecimientos mentales momentáneos como la felicidad, la irritación, las fantasías y el aburrimiento, a las olas que se levantan y acaban en la superficie. De la misma manera que las olas pueden cesar para revelar la quietud de las profundidades del océano, también es posible calmar las turbulencias de nuestra mente para que nos dejen ver su claridad natural.
La habilidad para hacer esto reside en la propia mente, y la llave de la mente es la meditación.
Yassine Bendriss: “Yoga sutras de Patanjali”. Editorial Dilema.